El primer Paseo Machadiano se celebró el 20 de febrero de 1966, con el permiso de la autoridad, se había fijado el homenaje al gran poeta español Antonio Machado. El homenaje iba a consistir en la inauguración de un monumento, un busto de bronce, de Pablo Serrano, en Baeza. El homenaje llevaba el título de “Paseos con Antonio Machado”. La Comisión Organizadora, algo compleja, estaba compuesta por el juez de Baeza y por escritores y artistas residentes en Madrid. Algunos días antes de su celebración se publicó a toda página en el semanario Triunfo de Madrid una foto del busto acompañada de un artículo de Moreno Galván. También se publicaron otros artículos de adhesión a dicha celebración en algunos periódicos, así como otros testimonios públicos de solidaridad con el proyectado homenaje.

Pero el día de antes apareció en algunos diarios una breve nota, de fuente desconocida, que anunciaba la supresión de la celebración. En aquel momento, la mayor parte de las personas que había decidido asistir al acto había partido ya desde diversos puntos de España: Alicante, Sevilla, Córdoba, Valencia, Barcelona, Bilbao, Madrid. La Guardia Civil esperó la llegada de los asistentes en las entradas de las diversas carreteras, cerrándolas. Dejó pasar a los turistas en un primer momento tras haber tomado nota de su documentación. Muchos, una vez apeados, continuaron el viaje en fila india. En estas condiciones llegaron a Baeza el día 20 cerca de 2.500 personas. Mientras, otros no consiguieron romper el cordón policial. El diario Jaén de aquel día anunciaba que “hoy Baeza homenajeará a Machado”. Se inició el desfile hacia el lugar de reunión. Era una larga fila silenciosa de admiradores del poeta. Antes de llegar al punto de encuentro había algunos policías armados (llamados vulgarmente “grises” por el color de su uniforme) que impedían el acceso.

Algunos participantes se adelantaron para pedir explicaciones, explicaciones que los policía no dieron. Llegó un teniente y otros refuerzos. El ambiente era muy tenso. El teniente dijo solamente que el homenaje había sido suspendido y que tenía orden de impedir el paso a quienes quisieran reunirse en dicho lugar. El ignoraba las razones de esa orden. Se le pidió que hiciera llegar a cualquier autoridad (el alcalde u otro) el deseo unánime de obtener una aclaración. Pero el teniente no aceptó y amenazó con hacer que cargaran sus hombres. La gente se agrupó y manifestó su abierta decisión de esperar la llegada de cualquier autoridad que diera una clara explicación.

El teniente retrocedió un paso e hizo una señal: los policías se alinearon y sacaron sus porras. El teniente citó un apartado referente al incumplimiento de la Ley de Orden Público y anunció que a la tercera señal la policía cargaría sobre la gente. Algunos se mostraron impasibles, dispuestos a mantener la anterior decisión. La policía, entonces, cargó. Los “grises” vacilaron ligeramente, pero el oficial tomó la pistola y gritó: “¡Cargad! ¡Cargad!”. Un policía de la Brigada Político-Social tomó también su pistola, fuera de sí: “¡Cargad! ¡Cargad!”. Todo el resto fue violencia y brutalidad. La multitud gritaba: “¡Asesinos! ¡Asesinos!”. Muchos cayeron bajo los golpes; se oían gemidos, gritos y muchos niños lloraban aterrorizados. Los “grises” persiguieron, implacables, a los pocos que al comienzo echaron a correr y golpearon brutalmente a los que se paraban enfrentándose para ayudar a los que se habían caído.

La gente, en masa, tras una carrera de dos kilómetros, llegó a la Plaza en un clima de cólera, exasperación y terror. Algunos se refugiaron en un bar, pero los policías los sacaron violentamente a la calle de nuevo, siendo recibidos con una violencia todavía más terrible: golpes, insultos y todo tipo de brutalidad. Muchos fueron detenidos y después comenzaron las redadas, la caza del hombre por todas partes: nuevas detenciones. El pueblo asistió atónito a este horror. Los “grises” gritaron “A los coches”, empujando a todos con violencia y siendo ayudados por los “sociales”. Aquellos que no disponían de coche para alejarse de Baeza fueron sacados de cualquier modo. Un grupo huía por la carretera. Los que llegaron a Úbeda vieron que en el cuartel de la Guardia Civil los oficiales esperaban órdenes para dirigirse a Baeza.

Fueron detenidas 27 personas. Entre ellas, Moreno Galván (autor del citado artículo), Pedro Caba (médico), Eduardo Úrculo (pintor), Alfredo Flores (abogado), J. A. Ramos Herranz (ingeniero), Pedro Bicenta (maestro), Carlos Álvarez (poeta), etcétera. De los 27 detenidos, 16 fueron puestos en libertad por la noche; 11 fueron retenidos y conducidos a Jaén, donde fueron puestos en libertad al día siguiente tras haber pagado una multa que oscilaba, según los casos, de 5.000, 10.000 y 15.000 pesetas a las 25.000.

Este es el relato de un testigo ocular. La prensa española no publicó nada de este incidente.

Primer Paseo Machadiano 20 de febrero de 1966



Tras un parón en los llamados Paseos Machadianos se retomaron los mismos en la década de los 80, sin ninguna duda uno de los más emotivos fue el celebrado 10 de abril de 1983. Ante cerca de 5.000 personas se descubrieron las placas anunciadas, se colocó el busto del poeta -obra del escultor Pablo Serrano- junto a las murallas de la ciudad y se inauguró, por fin, el paseo de Antonio Machado.

El fiscal Jesús Vicente Chamorro leyó unos folios, en nombre de la comisión organizadora y Rafael Alberti y Francisco Rabal recitaron poemas, ante los varios miles de personas que acudieron a testificar el acontecimiento. Los únicos palos que hubo en Baeza fueron los que sostenían las pancartas desplegadas ante el monumento y los que varios buenos aficionados al flamenco cantaron luego en alguna taberna de la vecina ciudad de Úbeda para celebrar el final feliz que hace 17 años había impedido la desproporcionada violencia policial con que se reprimió, en efecto, la humorísticamente bautizada por los baezanos como revolución de los apóstoles, por la abundancia de barbudos llegados entre los varios cientos de visitantes que aquel 20 de febrero pudieron entrar en la ciudad, a pesar del bloqueo realizado por la Guardia Civil en todas las carreteras de acceso.

Hubo también, córno no, palos dialécticos. No faltaron, por ejemplo, quejas a la organización: “Ha sido un acto poco lucido para lo que Machado se merece”, se oyó decir a más de uno, mientras la mayoría de los asistentes se esforzaban por oír algo. “Esto se tenía que haber preparado con más tiempo”, fue una de las quejas más extendidas entre los presentes. Pero fueron mayores las críticas a los ausentes: “No ha venido ningún representante de la Junta de Andalucía, y no el presidente Escuredo, sino ni siquiera de la consejería de Cultura”. Y abundaron, sobre todo, las de carácter político: “Ni siquiera ha venido el ministro de Cultura, que sí estuvo en el 66 cuando sólo era un estudiante Aquí sólo están hoy los de siempre, los comunistas”, comentó un conocido poeta granadino señalando al diputado Felipe Alcaraz.
Paseo Machadiano del 10 de abril de 1983











Actualmente se vienen celebrando los actos del Paseo Machadiano enmarcado dentro de la denominada Semana Machadiana cargada de una gran variedad de actos culturales y literarios.